En la medida que convierto en imágenes mis propios problemas y conflictos puedo
alejarme y verlos como expectadora, como la segunda persona a la que le hemos hecho
una confidencia y donde los posibles consejos son dados por nuestra voz interior.
Reuniendo todas estas imágenes como si agruparamos páginas sueltas de un libro
podemos formar un diario personal en el que permanecen 3 palabras básicas:
Encontrarme, preguntarme y responderme.
En un profundo monólogo interior.
Sintiendo que este universo de personas y cosas que me rodean viven a diferencia de mi
en una dimensión inalcanzable.
Reafirmando que todo lo que somos es la acumulación de lo que hemos sido, todo en mi
trabajo incluyendo los autorretratos, ( que no son la copia fiel de una mirada en el espejo),
parte de la constante búsqueda del recuerdo.
Mezclandose con mis vivencias personales aparecen personajes
e historias sacados de de alguna novela o poesía, que de alguna manera complementan
mi discurso.
El color le aporta cierta belleza a la piezas, pero si logramos adentrar en ellas podemos
respirar una atmósfera diferente, totalmente adversa a la mirada superficial, produciendo
el mismo efecto ambiguo de un rostro maquillado. Este color es el maquillaje para ocultar
“nuestra miseria”.
En su mayoria estas piezas estan hechas con madera vieja, muchas de ellas sacadas de
lugares inhóspitos y que además han tenido otra función utilitarias, han sido puertas,
ventanas, camas, etc, con una historia que contar, con las marcas dadas por el tiempo y
donde voy agregando nuevas marcas que también el tiempo va dejando sobre mi.
La luz o energía de mi cuerpo se dirige a todo aquello que positivamente lo recibe,
dejando en un plano inferior lo que lo afecta. Las heridas en mis figuras, no se pruducen
por dolor físico o emocional, sino por la entrega del cuerpo que se abre a la vida y a todo
aquello que sinceramente
lo llena de afecto.
Arnhem, 28 de Abril de 1994
Yaquelin Abdala